Hace sólo unos días el Observatorio Vasco de la Vivienda (OVV), publicaba los indicadores principales de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) 2012.
Se reflejaba en la citada encuesta que el porcentaje de hogares que actualmente tiene su vivienda en propiedad en la CAE alcanzaba el 87,5% del total. El mayor en relación al resto de CC.AA.
Por el contrario, el alquiler es menor en Euskadi que en el Estado (un 9,3% frente al 14,5%). Si ese porcentaje lo comparamos ahora con el resto de países de nuestro alrededor, donde el alquiler representa un 33%, Euskadi está todavía muy alejado de la norma europea en términos de peso del régimen de alquiler.
Históricamente, desde mediados del siglo pasado, la propiedad ha marcado su predominio en el mercado inmobiliario. Y ha sido, no sólo un bien de consumo, sino también de inversión, y como no, de especulación.
La gran crisis económica iniciada en 2007, con el estallido de la burbuja inmobiliaria, ha dejado millones de casas vacías a su paso.
Según datos del censo 2011 del INE, las viviendas vacías a nivel estatal suman ya 3,44 millones sobre un parque total de 25,2 millones, es decir, suponen un 14% del total.
A la espera de que este año 2014, el OVV publique la esperada Encuesta de Vivienda Vacía 2013, en el Censo 2011 del Instituto Nacional de Estadística, Euskadi tiene el menor porcentaje de vivienda vacía de todas las CC.AA (8%), y ha rebajado su número en más de trece mil desde 2001, pero siguen siendo demasiadas y más en un contexto caracterizado por el hecho paradójico de que, al mismo tiempo que se refuerza el fenómeno de la vivienda vacía, cada vez más amplias capas sociales ven imposibilitado su acceso a la vivienda.
Las corrientes de opinión que consideran que no es socialmente aceptable mantener la vivienda vacía, al entender la vivienda como una condición previa para ejercer y obtener el acceso a los demás derechos fundamentales y a una vida digna, van en aumento.
Fruto de esta dinámica social, las distintas administraciones públicas a nivel estatal vienen realizado acciones para favorecer que las viviendas vacías entren al mercado de la vivienda.
El principal problema a la hora de hacer aflorar la vivienda vacía al mercado, es precisamente, qué se entiende por el concepto de “vivienda vacía”, cuál es el tiempo en el que debe permanecer sin habitantes, el tratamiento de la segunda residencia, etc.
Aún así, las fórmulas han existido, existen y existirán:
- Incrementos en el Impuesto de Bienes Inmuebles
- Penalizaciones de la permanencia voluntaria en desuso
- Posibilidad de expropiación
- Concesión de ayudas públicas para su puesta en activo en el mercado
- Protección pública del propietario ante las inseguridades jurídicas
- Etc.
En este sentido, hay mucha controversia generada. ¿la Administración debe castigar y obligar a los propietarios que no quieren alquilar sus viviendas vacías? ¿Es socialmente aceptable que las cedan a precios limitados?
En el caso del Gobierno Vasco, sus prácticas se han dirigido preferentemente a “levantar las barreras” que impiden que el alquiler se desarrolle.
Los programas de movilización de vivienda vacía del ejecutivo vasco, Bizigune y ASAP, han hecho aflorar al mercado más de 5.300 viviendas vacías a rentas protegidas, a fecha actual.
Desde diferentes ámbitos, las estrategias de incorporación de esos inmuebles, se desarrollan de forma más controvertida.
Y es que, en muchos países de la UE, la vivienda vacía es considerada como una patología urbana, económica, social y medioambiental. Y partiendo de ese axioma, el derecho a la propiedad es modulado en función del interés general.
Más información:
http://economia.elpais.com/economia/2014/01/16/vivienda/1389882926_455287.html
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