La España que estudió el servicio estadístico de la web Idealista para su “Informe Anual Mercado Residencial 2019 España” ha quedado ya muy alejada de los parámetros que ahora manejamos.
La España de A.C 19 era un país con un ligero crecimiento demográfico, asentado sobre todo en las grandes ciudades, las islas y el litoral mediterráneo. La tasa de paro se situaba en un (actualmente envidiable) 13,78% con unas 3,2 millones de personas afectadas.
En Euskadi, la situación era algo mejor, no sólo en términos de paro, (donde Álava y Gipuzkoa pasaban ligeramente del 7%), sino también en términos de renta media familiar (Bizkaia y Gipuzkoa pasaban de los 32.000 y 35.000 euros respectivamente, mientras la media estatal era de 25.537 euros), situándose en primer lugar de la tabla Donosti-San Sebastián con más de 40.000 euros.
Parecía que todo iba bien, y un poco mejor en Euskadi.
En cuanto a la vivienda, la España que dejamos en 2019, era un país en el que, según Idealista, no existía correlación entre la necesidad de vivienda y la promoción de obra nueva, y no sólo eso, sino que, donde existía más stock de vivienda se estaba levantando aún más.
El Indicador de Demanda Relativo que idean en la web, sugiere depender el número de contactos que han tenido sobre una vivienda para relacionarlo con las tensiones del mercado de la oferta y demanda. En ese sentido, las capitales de provincia como Madrid, Barcelona, y Donostia eran los centros de demanda por excelencia tanto en compra como en alquiler, aunque, en el caso del arrendamiento la presión sobre la oferta era mucho mayor.
Esto suponía tensionar los precios al alza y hacía que Donostia se situara de nuevo en cabeza de tabla junto con las otras dos macro capitales tanto en compra como alquiler (Bilbao está en un 5º puesto y Vitoria en un 7º). Y, por supuesto, existía una fuerte correlación entre demanda y tasa de esfuerzo. Lógico.
Por todo ello, el informe concluye que a finales de 2019 la España A.C 19 sugería un calentamiento del mercado de vivienda en las capitales tanto en compra como en alquiler y que las zonas más dinámicas en términos poblacionales y económicos registraban más demanda de vivienda. Evidente.
Pero, como decíamos al principio, el país, nosotros y nosotras, y nuestro contexto geopolítico y económico, ya no es el mismo. Parece estar muy lejano ese tiempo atrás que se cuenta solo por semanas.
El mundo y el paisaje al que saldremos nadie lo vaticina, pero se escribirá un nuevo mundo basado en otras reglas. O quizás, no. Seremos más autónomos en ciertas áreas críticas. O lo intentaremos. Las relaciones bilaterales se revisarán y la economía deberá reinventarse. Los dogmas inamovibles quizás ya no encuentren un suelo firme donde volver a asentarse.
En los tsunamis, lo peor, dicen los expertos, no es cuando llega la primera ola y arrasa a su paso todo lo que encuentra, si no, cuando se va y arrastra con ella, aún con más fuerza y en segunda vuelta, lo poco que quedaba en pie.
Es hora de reinventarse y si los grandes cambios vienen de las crisis, hay muchos espacios para el cambio, y retos y oportunidades de que por una vez sea a mejor. O quizás todo cambie para que nada cambie, como siempre. Ya veremos.
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