Terminaba el 2015 y por primera vez en 41 años, el Everest, el pico más elevado de la Tierra, no dejaba que nadie escalara su cumbre.
También ha costado escalar otra cumbre que sobre el cambio climático se celebró en París en diciembre y que también marca un hito histórico en el devenir del ser humano, y no sólo porque supone imponerse a las propias limitaciones sino porque la vida de las generaciones futuras está en juego.
La Cumbre del Clima resume en poco más de 30 páginas los compromisos que 200 naciones han sido capaces de poner en común y concluir en un acuerdo global vinculante donde la transición a una economía baja en carbono les une.
Si subir al monte más alto del mundo suele costar dos meses, este acuerdo lleva a sus espaldas dos décadas de intentos y doce meses de intensos esfuerzos diplomáticos.
Básicamente los puntos clave acordados son:
- Mantener la temperatura por debajo de 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales
- Las naciones ricas deberán contribuir con 100.000 millones anuales desde 2020 para apoyar a los menos desarrollados para medidas de mitigación y adaptación al cambio climático y comprometerse con mayores importes aún para 2025.
- Revisión cada cinco años al alza de los objetivos marcados por cada uno de los países
- Lograr un equilibrio entre los gases emitidos y absorbidos (es decir, cero emisiones netas)
Sin embargo, aunque no se puede obviar la trascendencia del texto, ¿es una victoria para el planeta o una nueva oportunidad perdida? Según palabras de la máxima responsable de cambio climático de la ONU, Christiana Figueres “Es un acuerdo de solidaridad con los más vulnerables. Es un acuerdo de visión a largo plazo y debemos hacer de él el motor de un crecimiento seguro”
El acuerdo obliga a los países ricos a contribuir a financiar la mitigación y la adaptación de los países en desarrollo. Este crédito debe ser anunciado con años de antelación para que conozcan con qué cuentan. Además se reconoce la necesidad de implementar un Mecanismo de Pérdidas y Daños asociados.
Sin embargo, no se han concretado las fórmulas ni herramientas de financiación.
Para el sector empresarial, también es un buen acuerdo porque da una señal muy clara a la inversión a largo plazo con objetivos muy ambiciosos.
Sin embargo y aunque no haya nada excesivamente concreto, sí que se da la posibilidad de que los Estados actúen por su cuenta y tomen las medidas necesarias para su cumplimiento, entre ellas, usar mecanismos de mercado (compraventa de emisiones).
El Acuerdo de París será depositado en Naciones Unidas en Nueva York y estará a disposición para ser firmado durante un año a partir del 22 de abril de 2016, el Día de la Madre Tierra.
El acuerdo entrará en vigor cuando 55 países que representen al menos el 55% de las emisiones mundiales hayan depositado sus instrumentos de ratificación.
Una Cumbre que busca todavía quien la corone.
Más información:
http://ep00.epimg.net/descargables/2015/12/12/a49a77f74a2a65430acab895fb24d28e.pdf
http://elpais.com/tag/cumbre_del_clima/a/
http://cincodias.com/cincodias/2015/12/13/empresas/1450025963_875873.html
http://www.elmundo.es/ciencia/2015/12/12/566c43e5ca47415a7e8b464b.html