Después de analizar el reciente tercer informe de FEANTSA sobre la exclusión en vivienda en Europa, entenderán el título del artículo.
¿Saben que la población sin hogar ha aumentado constantemente en casi todos los países de la UE? ¿Sabían que sólo en España un promedio de 16.437 personas ingresaron en refugios de emergencia por día en 2016, lo que supuso un aumento del 20,5% entre 2014 y 2016? ¿Y que en Alemania, uno de los países más ricos de la UE, viven 860.000 sin techo? ¿Y que en Francia murieron por causa de vivir en la calle más de 13.300 personas entre 2012 y 2016? Manifiestamente desolador.
Siendo la UE uno de los polos económicos, sociales y políticos más importantes del mundo (o eso se desea), su construcción estratégica (su misión, visión y valores) no puede descansar exclusivamente en los intercambios económicos (la Europa de los mercaderes) y parece requerir urgentemente edificar ex novo el cuarto pilar del desarrollo social y humano. Las cifras del Informe FEANTSA son terribles:
- en Irlanda (el segundo país más rico de la Eurozona después de Luxemburgo, cuyo PIB real en 2016 fue un 45% superior al de cuatro años antes y su tasa de paro se redujo, y al que llaman el milagro económico) más de 3.300 niños no tenían hogar en noviembre de 2017, un aumento del 276% sobre noviembre de 2014. Y es que, de cada tres personas sin hogar, una es un niño.
- En Francia, otra de las superpotencias europeas y mundiales, en 2012, 30.100 niños no tenían hogar y un 33% de las personas sin hogar eran menores de 18 años.
- Tampoco pueden sentirse orgullosos otros países menos mencionados en estas materias: en Suecia entre 10.000 y 15.000 niños no tenían un hogar en 2017 (un 60% de aumento entre 2011 y 2017) y en Holanda unos 4.000 niños están sin techo.
- Otro país del G-7 es Italia que siendo la octava economía del mundo, tiene en su haber más de 50.700 sintecho, con un porcentaje del 21% de hogares pobres.
Y por desgracia, podríamos seguir extendiéndonos en datos que vinculan el desarrollo económico y el olvido humano.
Pero, ¿y Euskadi?
Según el informe del Departamento de Empleo y Políticas Sociales “Encuesta de Pobreza y Desigualdades Sociales 2016”, la proporción de personas bajo el umbral del 40% de la mediana de ingresos (tasa de pobreza grave Eurostat) se mantiene en el 4,9%.
Según el “III Estudio sobre la situación de las personas en situación de exclusión residencial grave en la CAPV 2016”, del mismo Departamento, hay 2.009 personas en riesgo grave de exclusión residencial en la CAPV y el 90,3% está en alojamientos temporales: de las 2.009 personas contabilizadas, 274 se encontraban en calle y 1.735 alojadas en algún recurso con alojamiento.
Y según el mismo informe: “El sistema RGI/PCV/AES mantiene su papel en la prevención del avance de las expresiones más graves de la pobreza (…). Uno de los principales factores que contribuyen a reducir el impacto de la pobreza y la desigualdad en Euskadi es el sistema de prestaciones RGI/PCV/AES. Los principales efectos positivos del sistema son los siguientes:
* El sistema de garantía de ingresos de la CAE llega en 2016 a un 69,3% de la población en riesgo de pobreza: 134.563 personas, un 6,3% de la población total de Euskadi.
* El acceso a las ayudas permite que 71.494 personas queden al margen de la pobreza real, un 3,3% de la población de la CAE y un 36,8% de la población en riesgo en 2016. Esto representa un incremento del 75% respecto a las 40.858 personas de 2008. Un 74,6% de la población considerada pertenece a hogares que no se consideran pobres.
* Entre las 63.069 personas atendidas y que no consiguen salir de la pobreza accediendo al sistema RGI/PCV/AES (un 2,9% de la población de la CAE), las prestaciones del sistema permiten sin embargo reducir la distancia que separa los ingresos disponibles respecto del umbral de pobreza de mantenimiento de un 74,2% a un 16,1%. El peso que los ingresos RGI/PCV/AES suponen en los ingresos totales de este colectivo llega al 69,2% en 2016. Un 73,3% de la población considerada reside en hogares que se alejan de la percepción de su situación en términos de máxima pobreza, esto es, definiéndose como pobres o muy pobres.
La protección social garantizada contribuye de forma decisiva, por tanto, a contrarrestar los efectos de los procesos sociales y económicos asociados a la crisis de empleo posterior a 2008.
Y parece preciso que en la UE elaboremos un poderoso pilar social para hacer frente a la desigualdad galopante que nos ha traído la última recesión económica. Las políticas de austeridad han tenido mucho que ver con esto. ¿Si ha habido otras épocas en que algunos estados nación de la UE han configurado y mantenido estados de bienestar sólidos que impide a la UE hacerlo también como entidad supranacional?
Quizás hasta la propia Europa se juegue su destino político final si no es capaz de incorporar esta visión social que tiene que ver con el desarrollo humano. Hay margen para incrementar con fuerza el gasto social? Siempre es factible si hay voluntad y políticas para ello.
En otro caso, y ante las cada vez más vigorosas fuerzas antieuropeas que toman este déficit social como elemento aglutinador de sus discursos (junto a la inmigración), se incurrirá en un peligroso déficit en progreso social (de otro tipo al meramente economicista, pero no menos trascendente). Los míos (nacionales, obreros, etc.), los abandonados por Europa, los primeros, ese es el mensaje que se expande hoy en día con notable éxito y ante el que habría que oponer otro consistente en asegurar realmente que Europa no olvida a los suyos, por convicción si fuera posible.
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