La banca ya está analizando las consecuencias que podría acarrear una caída más acentuada del euribor a doce meses, variable que se utiliza en la mayor parte de las hipotecas, después de que hace unos días se situara en negativo por primera vez en su historia.
Si sigue depreciándose, que parece que lo hará, dadas las expectativas de política monetaria expansiva del BCE, podría darse la paradoja de que los bancos tuvieran que pagar por el dinero prestado a los clientes. Más exactamente, esos intereses negativos se aplicarían a reducir la deuda pendiente de los clientes por los préstamos vivos.
Tal circunstancia el sector la ve todavía lejana, pero ya está buscando soluciones para que no se convierta en un nuevo escándalo, porque existen dudas sobre la obligación de las entidades a devolver esa cantidad.
El presidente de la patronal bancaria AEB, José María Roldán, consideró ayer que “no está claro” que el sector tenga que pagar por prestar y abogó por abrir un debate colectivo sobre esta cuestión desde un punto de vista jurídico.
Roldán, indicó que será necesario analizar de manera global un fenómeno como éste, porque “no es sano ni deseable”.
Eso sí, cree que al menos hasta dentro de dos o tres meses los casos en que pueda darse este escenario no empezarán a generalizarse. Primero, porque existen los diferenciales que se aplican a la base del euribor y que posibilitan que situaciones como éstas sólo se puedan producir cuando los diferenciales sean muy bajos y no permitan compensar la caída del tipo euribor.
Para que se produzcan efectos, el euribor debería situarse de media mensual en un 0,2 por ciento negativo, ya que las hipotecas más baratas que se concedieron en la época del boom inmobiliario están referenciadas a un euribor más un diferencial de 0,17 por ciento.
El máximo responsable de la patronal bancaria indicó que esta circunstancia no está reflejada en los contratos, por lo que será necesario llegar a un consenso legal si finalmente afecta a muchas familias.
Roldán, para defender la posición del sector, hizo una reflexión sobre la situación actual de tipos de interés ultrabajos. Calificó de “sindios” que la banca pudiera tener que pagar por los préstamos y pedir dinero por los depósitos que capta a sus clientes.
Un euribor en negativo podría suponer un golpe grande a las entidades bancarias españolas, porque la inmensa mayoría de las hipotecas están vinculadas a este indicador.
En concreto, cerca del 90 por ciento de los créditos para la adquisición de la vivienda lo toma como referencia en las tasas que se aplican a los clientes.
Por el lado de cobrar a los clientes por los depósitos en vez de retribuirlos, algunos banqueros, como el consejero delegado de Caixabank, Gonzalo Gortázar, han descartado de plano que vayan a cobrar a los particulares por las imposiciones, aunque el euribor se sitúe en negativo, porque sería ahuyentar a la clientela.
Roldán señaló que la banca española se encuentra en una mejor posición para afrontar estos desafíos y poder adaptarse al mercado. Unos tipos de interés bajos dificulta la gestión de una entidad, máxime si el volumen de créditos no aumenta, como ocurre en la actualidad. Los diferenciales, al final, son los márgenes de intermediación bancaria que permiten al sector hacer su negocio, cubriendo costes y generando beneficios.
El presidente de la AEB no espera que vuelva la normalización a los tipos de interés hasta dentro de tres años, por lo que el sistema financiero tendrá que aprender a sobrevivir en esta coyuntura.
No obstante, se espera para este año un sustituto mucho más afinado, el Euribor plus, un nuevo índice, más realista (según dicen) que se formaría a partir de las operaciones realizadas por los bancos y no por estimaciones como hasta ahora.
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